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mundo... a excepción del joven Stuart, pero eso no podía evitarlo; del muchacho y de
aquella precoz y descarada jovencita que lo tenía dominado.
No podía permitir que aquel ejemplar único fuese destruido. Pero había querido hacer
las cosas con suavidad..., negarse a la demanda de aquella vieja arpía, inspirada
evidentemente por el resentimiento, y decir al jefe de Policía, en privado, que retirase la
otra. La demanda presentada por la Liga Humana para la Conservación de la Tierra no le
preocupaba. ¡Pero aquella insolente muchacha, que hablaba cuando debía escuchar,
haría que pareciese que un tribunal departamental se veía impulsado a arriesgar la
seguridad pública a causa de una dosis de palabrería sentimental y antropomórfica!
¡Malditos sean sus lindos ojos azules!
También le acusarían de haberse dejado influenciar por aquellos lindos ojos. Era una
lástima que la joven no fuese fea.
El dueño del animal era el responsable de los daños que éste había causado; había un
millar de casos de «animales extraviados» que lo justificaban..., puesto que éste no era el
planeta Tencora. Eso de que la culpa era de las personas que lo habían asustado era
simple palabrería. Pero aquel ser extra terrestre, como ejemplar único para la ciencia,
valía mucho más que los daños que había causado; su decisión no afectaría
económicamente al muchacho.
Comprendió que se había dejado llevar a un estado anímico muy poco judicial. La
solvencia del demandado era asunto que no le incumbía.
 Ruego a usía que me disculpe, pero le agradecería que no tocase esas cosas.
Levantó la mirada, dispuesto a reprender a quien fuese, y se encontró ante el alguacil.
Vio entonces que había estado jugueteando con los interruptores y controles de la mesa
de éste. Retiró rápidamente sus manos.
 Discúlpeme.
 Una persona que no entienda el funcionamiento  dijo el alguacil en son de excusa
puede provocar muchas complicaciones.
 Es cierto. Desgraciadamente, muy cierto.  Se alejó bruscamente . Que se
restablezca el orden en la sala. Sentándose, se volvió hacia Betty Sorensen:
 El tribunal decreta que Lummox no es testigo competente. Betty se quedó
boquiabierta.
 ¡Su señoría es muy injusto!
 Posiblemente.
Ella meditó un momento.
 Solicitamos que el tribunal se reúna en otro sitio.
 ¿Dónde ha aprendido a pedir tales cosas? El lugar ya estaba señalado cuando
intervino el Departamento, y no vamos a cambiarlo ahora. Procure callarse un ratito,
hágame el favor. Betty enrojeció.
 ¡Tendría usted que dimitir!
Greenberg intentaba mostrar calma y modales olímpicos. Ahora tuvo necesidad de
hacer tres profundas inspiraciones.
 Señorita  dijo midiendo sus palabras , durante todo el tiempo ha estado usted
tratando de embrollar la sesión de este tribunal. No es necesario que hable ahora de
nuevo; ya lo ha hecho en exceso. ¿Me entiende?
 ¡No he hablado en exceso, seguiré hablando y no le he entendido!
 ¿Cómo? ¿Quiere repetir lo que ha dicho?
 No, será mejor que lo retire..., si no ya le veo a usted acusándome de insulto a la
autoridad.
 No, no, sólo quería recordarlo. No creo haber oído nunca una afirmación tan tajante.
No importa. Limítese a contener su lengua, si es que sabe cómo hacerlo. Más tarde le
permitiré hablar de nuevo.
 Sí, señor juez.
Greenberg se volvió hacia los restantes juristas.
 El tribunal declaró antes que estaba dispuesto a terminar la vista hoy mismo. El
tribunal no ve ninguna razón que se oponga a ello. ¿Tienen algo que objetar?
Los abogados se agitaron inquietos, mirándose entre sí. Greenberg se volvió hacia
Betty.
 ¿Usted qué dice?
 ¿Yo? Creía que no tenía voto.
 ¿Terminamos la vista hoy?
Ella miró a John Thomas y dijo sobriamente:
 No hago ninguna objeción.  Inclinándose luego hacia éste, susurró : ¡Oh, Johnnie,
he hecho lo posible! Él le acarició la mano por debajo de la mesa.
 Ya sé que lo has hecho, mi Bella Durmiente. Greenberg hizo como que no oía.
Prosiguió con una voz fría y oficial:
 Este tribunal tiene ante él para su examen una demanda solicitando la destrucción
del ser extraterrestre llamado Lummox, alegando que es peligroso e ingobernable. Los
hechos no corroboran esta alegación; por lo tanto, la demanda es rechazada.
Betty empezó a dar boqueadas y agudos chillidos. John Thomas pareció sorprendido
de momento, pero luego sonrió por primera vez.
 Orden, orden  dijo Greenberg con suavidad . Tenemos aquí otra demanda en el
mismo sentido, pero inspirada en diferentes motivos.  Exhibió el documento firmado por
la Liga Humana para la Conservación de la Tierra . Este tribunal declara no ser de su
competencia dicha demanda, y, por lo tanto, se deniega. Respecto a las cuatro querellas
criminales, quedan rechazadas. La ley requiere...
El abogado que representaba a Westville inició una protesta:
 Pero, señor juez...
 Si tiene alguna objeción que presentar, resérvela. En este caso no hallo intención
criminal, y por lo tanto queda claro que no pudo haber crimen. No obstante, la ley exige
que los ciudadanos ejerzan una debida prudencia a fin de proteger a los demás, y es bajo
esa luz como debe enjuiciarse este caso. La prudencia se basa en la experiencia,
personal y delegada, y no es una presciencia imposible. A juicio de este tribunal, las
precauciones adoptadas eran prudentes a la luz de la experiencia..., es decir, de la
experiencia hasta la tarde del lunes.  Volviéndose, se dirigió a John Thomas . Lo que
yo quiero decir, joven, es esto: las precauciones que usted adoptó eran «prudentes» en la
medida de lo que sabía entonces. Pero ahora está mejor enterado. Si esa bestia vuelve a
escaparse, seremos más duros con usted. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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