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se hinchaba y se abría al quemarse, así como del atroz hedor que el viento de octubre les enviaba al
rostro... Así había terminado la amiga del antiguo obispo de Arras.
-«El 12 y 14 de octubre, messire Pedro de Auxerre, consejero, y Miguel de París, baile,
manifestaron a la señora de Beaumont, esposa de dicho Roberto, primero en Jouy-le-Chatel y luego
en Conches, Beaumont, Orbeck y Quatre-mares, sus domicilios corrientes, que el rey emplazaba a
su esposo para juzgarlo el 14 de diciembre. Pues bien, el mencionado Roberto, en esta fecha, ha
faltado por segunda vez. Con gran indulgencia, nuestro Sire el rey dio nuevo aplazamiento hasta
quince días después de la fiesta de la Candelaria, y para que dicho Roberto no pudiera ignorarlo, se
proclamó primeramente en la Gran Cámara del Parlamento, en segundo lugar en la Mesa de
Mármol en la gran sala del Palacio y seguidamente en Orbeck y Beaumont, y de nuevo en Conches
por los mismos maeses Pedro de Auxerre y Miguel de París, quienes no pudieron hablar con la
dama de Beaumont, pero hicieron su proclama ante la puerta de su habitación y en voz alta para que
ella pudiera oirla...»
Cada vez que se mencionaba a la señora de Beaumont, el rey se pasaba la mano por el rostro
y torcía un poco su grande y carnosa nariz. ¡Se trataba de su hermana!
-«El mencionado Roberto de Artois no compareció en el Parlamento de justicia convocado
por el rey en dicha fecha, pero se hizo representar por maese Enrique, deán de Bruselas, y maese
Thiébault de Meaux, canónigo de Cambrai, con poderes para comparecer en su lugar y presentar las
causas de su ausencia. Pero, en vista de que el emplazamiento era para el segundo lunes después de
la Candelaria y que los poderes que llevaban designaban el martes, por tal razón esos poderes no se
tuvieron por válidos y, ya por tercera vez, se declaró en rebeldía al acusado... Sabido y manifiesto
es que durante este tiempo Roberto de Artois quiso buscar refugio primeramente en casa de la
señora condesa de Namur, su hermana; pero, al prohibir nuestro Sire el rey a la señora de Namur
que auxiliara y recogiera a este rebelde, dicha señora prohibió al citado Roberto, su hermano, la
residencia en sus estados. Entonces el citado Roberto intentó refugiarse en los estados de Hainaut,
de monseñor el conde Guillermo; pero, bajo el ruego de nuestro Sire el rey, monseñor el conde de
Hainaut prohibió asimismo al dicho Roberto que permaneciera en sus estados. De nuevo el citado
Roberto pidió refugio y asilo al duque de Brabante, a quien nuestro Sire el rey rogó que no se lo
concediera, a lo que respondió al principio, que, como no era vasallo del rey de Francia, podía
acoger a quien quisiera, según su conveniencia; pero después el duque de Brabante cedió a las
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Librodot Los reyes malditos VI - La flor de lis y el león Maurice Druon 109
exhortaciones que le hizo monseñor de Luxemburgo, rey de Bohemia, y accedió cortésmente a
echar a Roberto de Artois de su ducado».
Felipe VI se volvió hacia el conde de Hainaut y hacia el rey de Bohemia, haciéndoles un
signo de amistosa y triste gratitud. Felipe sufría visiblemente y no era el único. Por culpable que
fuera Roberto de Artois, los que lo habían conocido se lo imaginaban errando de corte en corte,
acogido un día para ser proscrito al día siguiente y tener que ir más lejos, hasta ser expulsado de
nuevo. ¿Por qué se había empeñado tanto en su propia perdición, cuando el rey le había abierto los
brazos hasta el último momento?
-«A pesar de que estaba concluido el sumario, después de oídos setenta y seis testigos, de
los cuales catorce están en las prisiones reales, y después de haber sido suficientemente informada
la justicia del rey, a pesar de la evidencia de los cargos enumerados, nuestro Sire el rey, por antigua
amistad, hizo saber a Roberto de Artois que le concedía salvoconducto para entrar en el reino y
salir cuando le pluguiera, sin que ni él ni sus agentes recibieran daño alguno, y para que pudiera oir
los cargos, presentar su defensa, reconocer sus delitos y obtener su perdón. Pues bien, el citado
Roberto, en lugar de aprovechar ese ofrecimiento de clemencia, no ha vuelto al reino, sino que en
sus diversas residencias se ha entrevistado con toda especie de malas gentes, proscritas y enemigas
del rey, y ha advertido a muchas Personas, que después lo han repetido, de su intención de hacer
perecer por el acero o por maleficio, al canciller, al mariscal de Trye y a varios consejeros de
nuestro Sire el rey, y finalmente ha dirigido las mismas amenazas contra el rey mismo.»
Se oyó un largo rumor de indignación entre los asistentes.
-«Sabidas y manifiestas todas las cosas susodichas, y dado que Roberto de Artois ha sido
emplazado por última vez mediante publicaciones hechas según el procedimiento regular, hoy
miércoles 8 de abril antes de Pascua florida, lo citamos a comparecer por cuarta vez...» [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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